Si salimos a las calles de nuestra ciudad, no es infrecuente ver colonias de gatos callejeros que se pasean por plazas o jardines de manera natural. Su integración en el paisaje urbano no nos parece extraña ni nos resulta chocante ya que aparecen integrados en el entorno y no suelen crear problemas como otros animales a los que sí etiquetamos como peligrosos o nos producen rechazo. Pero hay momentos o lugares en los que se produce una sobrepoblación felina que puede comportar consecuencias de diverso tipo, incluidas las medioambientales, de salud o incluso de seguridad. Los gatos están mejor vistos que los perros callejeros, aunque comparten con ellos la transmisión de enfermedades o parásitos.
Los gatos parecen más limpios que los perros, molestan menos y pasan más desapercibidos, pues sus deposiciones no se ven y no suelen meterse en líos ni ladran. Solo sus aullidos en época de celo pueden suponer una molestia que nos haga protestar ante su proliferación. Las denuncias hacia ellos vienen motivadas por maullidos, deyecciones, hurgar en las basuras o riesgos para la salud, sobre todo cerca de piscinas, colegios, guarderías e instalaciones en los que se tratan o manipulan alimentos.
Estos gastos callejeros que deambulan por calles y plazas no han aparecido ahí por arte de magia. Son la consecuencia de la procreación y multiplicación de sucesivas generaciones de estos animales que han contado con la complicidad de vecinos que los han alimentado de manera inconsciente sin pensar en sus consecuencias. A ello contribuye la inteligencia de los propios animales que saben ofrecer cariño y confianza para conseguir esa alimentación.
No es obligatoria la identificación de felinos por lo que no existe un censo como sucede con los perros. Controlar las colonias de gatos callejeros es una misión que recae en manos de los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas dentro de su responsabilidad en la recogida de animales abandonados. Estas instituciones capturan a los animales los trasladan a centros de referencia. Hoy día están muy extendidas las campañas de control y seguimiento de las colonias de gatos, que mantienen actualizadas y localizadas las ubicaciones y movimientos de estas colonias, así como las estimaciones de población, controlando posibles crecimientos desorbitados. Para evitar una proliferación peligrosa se realizan campañas de esterilización. En cuanto a la salud, hay que evitar la transmisión enfermedades mediante la desparasitación y vacunación.